domingo, 13 de febrero de 2011

Dolor y esperanza


Me quito las zapatillas. Son azules, aunque no tan azules como lo eran entonces. La verdad es que sus costuras dan fe del cansancio acumulado en el camino.

Aún recuerdo aquella tarde de agosto cuando corrimos 300 metros bajo la lluvia desde aquella gran estación. Fue una locura que nunca olvidaré. Tú no querías hacerlo pero yo te convencí. Aún recuerdo los litros de agua que tuvimos que escurrir de nuestra ropa en el albergue.

No hace ni una semana y ya me invade la nostalgia. Cada noche, en la soledad de mi habitación, cae como una losa sobre mi. Sé que había que hacerlo. He hecho bien, lo sé.

Ahora ya no es mi turno. No seas cobarde, lucha.


...no sé que haré con vosotras, espero aún nos queden muchos kilómetros por recorrer juntos. Soy de los que confían en un buen remiendo a tiempo.



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