martes, 15 de febrero de 2011

Los que esperan el bus y los que no


No soy de los que llegan a la parada del bus con 5 minutos de margen. Eso de esperar no va conmigo. Es más, cuando por la mañana repaso mi agenda del día si encuentro una hora libre, inmediatamente busco algo que hacer en dicho espacio de tiempo.

No me gusta esa sensación de sentir que se me escapa el tiempo (que no vida) de las manos. Creo que me he vuelto un acérrimo enemigo de la inactividad, o quién sabe, en un yonki de lo que coño segreguemos cuando estamos estresados. Seguro que algún científico ocioso de la Universidad de Minnesota ya ha versado sobre esto.

He encontrado un nuevo criterio para clasificar la gente: Los que esperan el bus y los que no.

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