viernes, 11 de diciembre de 2009

Egoísmo, puro egoísmo

El haz de luz acaricia temeroso el frío hierro obligándole así a abandonar una vez más su solitario letargo.

Para ellos, ajenos al esfuerzo del prójimo, no es más que un día más. Un día más en el que cargarlo con sus sueños, temores, alegrías y penas. Ellos no titubean cuando lo separan de la fina y helada película que le ha hecho compañía en la oscura y larga noche. Egoísmo, puro egoísmo.

Puede que mañana, por fin, nadie le arrebate su placentero e inmóvil sueño.
La luz blanca se desliza suavemente por la vía hasta desaparecer por completo.

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